Sin darnos cuenta, pasamos la mayor parte de nuestras vidas en el interior de nuestra casa y, sin embargo, no prestamos atención a los detalles de esta que influyen gravemente en el entorno y en el medio ambiente: el origen de la energía que consume, el aislamiento que nos protege del frío durante el invierno y del calor durante el verano, el uso que le damos al agua, el destino de los residuos que producimos, las emisiones de C02 que generamos…

Según los datos de la Comisión Europea, los edificios consumen el 40 % de la energía que gasta la Unión Europea y son responsables del 35 % de las emisiones de gases de efecto invernadero (2016). Pero está en nuestra mano empezar a cambiar estos datos, empezando por nuestra propia casa.